miércoles, 28 de mayo de 2014

Trato con el diablo.

El roce de las llantas chirriaban en el asfalto y como cuchillos afilados entraban en mis oídos haciendo retumbar todo mi cuerpo...Desesperado traté de buscar un lugar abierto para comprar unos cigarrillos y así aplacar un poco mi ansiedad...Pero a esa hora avanzada de la noche y en medio de la carretera mis posibilidades eran pocas y mi ansiedad mucha..Se acercaba mi sesenta y tres cumpleaños y debía pagar una vieja deuda..Los años habían pasado volando desde aquel día en que por azar me había encontrado con Melquiades en una una de esas locas fiestas de juventud..Traté de no pensar en todo aquello y concentrarme en la carretera..Si pudiera al menos fumarme un cigarrito -Pensé- Y de pronto como por arte de magia me topé con un cartel chillón....Una sonrisa se dibujó en mis labios y apreté el acelerador.. A los pocos minutos me encontraba frente a una estación de gasolina con su respectivo mini market. ..Bueno al menos mi suerte no ha cambiado..Aprovecharé para echar un un poco de gasolina que buena  falta me hace- .Pensé al tiempo que bajaba del auto..El chico de la gasolinera se hizo cargo de mi auto y yo me dirigí a la tienda; que a esa hora lucía tan desolada y silenciosa como la carretera..Solo la cajera dormitaba en su banqueta. De pronto me sentí de nuevo seguro de mí y hasta me puse a tararear una vieja canción, cosa que no había hecho en mucho tiempo y mientras buscaba mis cigarrillos preferidos me interné entre los estantes atiborrados de productos, cuando de pronto casi choco con una señora y su bebe..De dónde habrían salido-pensé-mientras me detenía a observar la escena que se ofrecía a mis ojos..La madre hablaba tiernamente a su pequeño hijito mientras le arreglaba su colchita...Mi buen humor desapareció y sentí que una punzada entraba en mi pecho..Como una ráfaga vino a mi el sinsabor de la mujer que me parió y me dejó abandonado a mi suerte..La caridad de los hogares sustitutos..La frialdad del orfanato..Todos aquellos años creciendo en la soledad y el desamparo.. Por eso cuando encontré a Melquiades no dudé en hacer un trato con él a cambio de que mi mala suerte cambiara..Desde entonces el dinero florecía en mis manos..El amor de todas las mujeres era mío y yo las manejaba a mi antojo hasta que cansado de ellas las empujaba hacía el abismo..Qué placer sentía al verlas destruidas..Era como vengar en cada una de ellas a la que siendo un bebe me abandonó..Miré de nuevo al pasillo, pero la mujer con su hijito ya había desaparecido..Molesto pagué mis cigarrillos y salí..Frente al volante volví a sentirme nervioso y algo asustado..- Y esa sensación me desconcertaba, pues no recordaba haber temido nunca antes a nada ..Seguro me estoy volviendo viejo- Pensé..Pero no podía dejar de preocuparme por  Melquiades y la deuda que vendría a cobrar..Ya casi llegaba a mi destino, cuando de pronto un tumulto de gente y carros me hizo frenar..Me bajé del auto y pregunté qué pasaba..Un accidente- me contestó un policía-..Me acerqué aún más y entre la gente llegué a ver la cabeza de Rolando tirada en la pista..La sangre se me heló en las venas y me abalancé al cuerpo inanimado y frío de mi único hijo..En eso sentí el aliento caliente de alguien que me decía al oído; creiste que me conformaría con tu alma podrida...yo quería lo mejor de tí y ya lo tengo..Levanté la mirada y vi a Melquiades alejarse haciéndome adiós con la mano..

Los fantasmas de la ruta 66.

Si usted decide seguir viajando a o largo de la ruta 66, pronto
se encontrará Catoosa, Oklahoma (USA), al conducir a través Catoosa, recuerde
que debe permanecer en la ruta 66: si usted toma un giro equivocado y termina en
la carretera 412, a unas 6 millas de Catoosa, no pocos le informarán de un
incidente que muchos otros han atestiguado haber vivido. Una vez que
llegue al cementerio de Timber Ridge ya no hay vuelta atrás: ahí es donde un pequeño niño nativo americano ha sido visto,... e incluso golpeado por más de un conductor. El pequeño se observa detenido a lo largo de la carretera con su bicicleta, donde un vehículo lo atropelló y lo mató. Fue enterrado en el cementerio mismo, en la primera fila junto a la
puerta, cerca de la parte inferior de la colina. Varias personas juran que al atravesárseles, sintieron realmente cómo golpearon al niño,... y encontrar huellas de pequeñas manos ensangrentadas en los parachoques de sus coches. Otros lo han visto de rodillas a lo largo de la carretera, mientras que algunos otros incluso han asegurado haber sufrido daños en sus vehículos, después de golpear al niño que luego se desvanece,... Recuerde que cuando viaje a Catoosa, cerca a la ruta 66, no viaje por la carretera 412 a menos que quiera a mirar a ese niño fantasma a la cara. El Reno es otra ciudad a lo largo de la Ruta 66 que cuenta con su propia leyenda. Recorriendopor el camino que se conoce como "la Ruta de la Madre" de El Reno, y entre éste y Weatherford, usted se encontrará con el fantasma de un hombre jorobado. Lleva un abrigo marrón y un sombrero que es de "estilo bogies", cubriéndole los ojos. Le encanta aparecer en las noches de niebla o de lluvia. Algunas personas se han detenido a lo largo de la carretera a recoger a este misterioso hombre sólo para ver que él pide dejar el vehículo tras un corto tramo, carretera más adelante... para luego ver pasmados cómo su imagen se mantiene como caminando frente a ti, en la misma carretera, ¡pero lo verás así flotando por varias millas delante de TI!

Mi padrastro.

Sentado en un viejo sillón de mi casa escucho con los ojos cerrados una vieja canción de piano que escribí junto a mi ya difunto padre. Aun no lo puedo creer, el hombre que me recogió de aquel orfanato ha muerto, aun no sé cómo murió.
En ese momento mi mar de pensamientos fue interrumpido por una voz que me fue un poco familiar. ‘No, tu si sabes cómo morí’, dijo la voz misteriosa. Yo repliqué: ‘claro, espero llegar a mi casa pronto’. La voz misteriosa dijo: ‘no, aun no es tu casa, sigue siendo la mía hasta que lean mi testamento’.
En ese momento un escalofrió inexplicable se adueño de mi cuerpo abrí los ojos y enfrente de mi estaba mi padrastro. El dijo: ‘¿sorprendido de volverme a ver?’, yo dije con una sonrisa sarcástica: ‘no, tu tan solo eres el dolor que siento por la pérdida de mi querido padre’. El padrastro sonrió y dijo: ‘o tal vez tu locura proyectada en uno de tus más profundos miedos’. yo pregunte: ‘¿miedos? Yo no te tenía miedo padre, yo te admiraba, yo te quería’. Y mi padrastro se desapareció en la obscuridad de un rincón.
Suspiré y volví a cerrar los ojos para concentrarme y escuchar esa hermosa melodía del viejo y olvidado piano. De repente alguien tocó la puerta, baje rápido para ver quién era y vi a Lorena, una vieja amiga de mi padrastro. Ella se encargaba de preparar los difuntos para el funeral, mi padre siempre le dijo a Lorena que el día que muriera quería que ella misma lo preparara para verse espectacular en su entierro.
Lorena me sonrió y me dijo: ‘ya está todo listo para el funeral de tu padre’. Yo respondí: ‘muchas gracias por ayudarme con todo esto Lorena’. Ella respondió: ‘no hay de que, esto que estoy haciendo es lo que siempre quiso tu padre, bueno nos vamos para preparar todo antes de que los familiares lleguen’. Replique: ‘claro nomas deja apagar el estéreo’, era de mala educación dejar a Lorena afuera así que la invite a pasar, ella parecía muy sorprendida por la gran casa de mi padre, ya cuando llegamos al segundo piso apague el estéreo y mi padre apareció al lado mío y dijo: ‘acaso no te dije que nunca trajeras a nadie cuando yo no estuviera’, yo respondí: ‘pues estas aquí no se por qué te quejas’, Lorena un poco confundida me preguntó: ‘con quien hablas’ yo respondí: ‘con nadie’, Lorena me que había escuchado esa canción, es muy bonita y preguntó cómo se llamaba. Yo respondí: ‘no tiene nombre la escribí junto con mi padre’. Lorena me sonrió y dijo: ‘tú has de tener muchos recuerdos hermosos de tu padre’, yo respondí: ‘si tengo bastantes, de pronto mi padrastro se apareció al lado mío otra vez y me dijo al oído: ‘y tan solo por eso me mataste’.
No lo pude creer mi padre o mi locura no sé que era él o esa cosa, pero me estaba culpando de la muerte de mi padre. En el funeral todos lloraban por mi padre excepto yo, no sabía por qué no lloraba por la pérdida de mi padre era mucho, pero al parecer tenía muchas fuerzas para retener las lagrimas. Me senté y suspire mirando como otros que conocían poco a mi padre lloraban desconsoladamente. De repente mi padre apareció sentado al lado mío y dijo: ‘vaya cuanta hipocresía hay en este pequeño cuarto’, yo le dije un poco enojado: ‘por lo menos ten un poco de respeto hacia las personas que vinieron a verte’, él se rio y me respondió: ‘no vinieron a verme a mí solo vinieron a ver a quien le dejé toda mi herencia, la gente a veces llega hacer muy hipócrita cuando hay algo valioso de por medio’. Entonces me llegó el recuerdo de lo que me dijo cuando estaba en casa con Lorena y le pregunte: ‘por qué dices que yo te mate’, el sonrió y me dijo: ‘no te hagas el tonto, yo sé, recuerda esa discusión y después no se empezó a oír cucu cucu y me encajaste el cuchillo en el pecho.
Asustado le respondí: ‘no claro que no, yo no fui’. El se rio y me dijo: ‘nunca vas a escapar de mí, yo soy tus miedos, soy tu locura yo soy tu padrastro’. no pude más y grite con todas mis fuerzas: ¡Basta!, todos en el funeral me miraron como si estuviera loco, de inmediato me fui del funeral y corrí hacia mi casa, me encerré y me puse en un rincón y no sabía qué hacer, no sabía que pensar, como pude matar a mi propio padre, me puse a llorar yo quería a mi padre y de repente el pareció frente a mí y me dijo: ‘no, tú me odiabas me lo hiciste saber el día que llegaste borracho’, yo sorprendido le pregunte: ‘como no entiendo llegue borracho por favor dime qué fue lo que paso’, el me dijo: ‘llegaste borracho me dijiste que me odiabas que siempre tenias que hacer lo que yo decía yo le respondí : ‘porque era cierto’, el me reclamo: ‘no yo siempre te di la opción, pero tú por miedo a lastimarme siempre hacías lo que yo quería’. Yo respondí: ‘es cierto ya lo recuerdo todo se salió de control y tome el cuchillo… Lo siento padre’, de repente una lagrima de sangre se notaba en la mejilla de mi padre y me dijo: ‘no me duele que me hallas matado, es mas estoy orgulloso de que por primera vez tú hagas algo por tu propia cuenta’, yo pregunte: ‘entonces ¿por qué lloras?’ y él respondió: ‘me duele que tú me odies’, de repente me dolió el pecho y yo también llore y le dije: ‘no, no es cierto, yo no te odio, yo te agradezco por todo lo que hiciste por mi y tan solo quiero pedirte perdón’, el sonrió, ‘no hay nada que perdonar’.
Mi padrastro bajó las escaleras abrió la puerta y cerró, días después fui arrestado, confesé mi crimen y fui sentenciado a 20 años de prisión me parecieron justos, un años después decidí reunirme con mi padrastro.

Dientes

Abrí los ojos somnolientos, apenas podía distinguir que me encontraba en mi habitación. Con algo de sueño me levanté y con pasos temblorosos me dirigí al baño, eran las 6:38 de la mañana, sentí un sabor a sangre en la boca y un líquido que brotaba de mis encías; pronto, el líquido se tornaba mayor, tanto así que ya no me era posible tragármelo, debido a eso, comenzó a emerger por mi boca, el piso de cerámicos blancos ahora tomaba un color carmín, entonces realicé que el líquido era sangre, fue así como levanté la cabeza para poder observar la herida de la que salían litros de sangre, al verme en el espejo, me horroricé de forma extraordinaria.
Aquello que me causaba un estupor tremendo era que, al abrir la boca para ver la herida, noté que mis dientes se encontraban completamente podridos y desordenados, de modo que, los molares ahora estaban en el lugar de los caninos, y los incisivos dispersados alrededor de toda mi boca; jamás había visto cosa parecida.
Finalmente, cuando parecía que la sangre dejaba de brotar, me dispuse a buscar la supuesta herida causante de la hemorragia, después de unos minutos, sin hallar vestigio alguno de cortadura o infección, sentí deseos increíbles de vomitar. Para esto, todo mi baño se encontraba cubierto de color rojo, mis vómitos solo eran sangre y no como comúnmente sucede que se regurgita la comida digerida, pero no, solo sangre; luego de 10 minutos de vomitar, sentí que vomitaba mi lengua, luego una especie de tubo delgado emergía de mi boca, tenía conocimientos básicos de anatomía, así que comprendí que vomitaba mis entrañas, luego, observé que salía una bolsa, el estómago, luego dos tubos, los intestinos delgado y grueso.
Yacía completamente bañado en sangre y cansado, debido a las contracciones que realizó mi cuerpo al vomitar. Contemplé mis órganos en frente de mí, me toqué el abdomen y sentía un vacío alucinante, solo costillas y piel, asombrosamente seguía con vida. Vi el reloj y marcaban las 7:30; iba a llegar tarde al trabajo, así que me afeité, me vestí y me encaminé con destino a mi oficina.
No duré mucho…

sábado, 24 de mayo de 2014

La Novia.

La chica observa la luna a través de la ventana, es la única iluminación que hay en la pequeña casita, todo el lugar está a oscuras, pero curiosamente ella no siente miedo, las lágrimas que corrieron por sus mejillas momentos antes se han secado, y sólo quedan un par de líneas oscuras como testigos de su melancolía, sobre sus piernas está recostado su novio, el amor de su vida, el único chico que ha sabido tratarla de entre toda la galería de imbéciles con los que ha salido, sus ojos, su sonrisa, sus labios, su nariz, ese hermoso rostro al que tanto ama, la mira con infinita felicidad, ella, sonriendo, observa a su novio iluminado por la luna llena, enternecida, acerca sus labios a los de él y lo besa, y ambos se dan un apasionado y tierno beso…

Meses antes de esto, la feliz pareja tenía problemas que podrían calificarse de insalvables, él había sido todo para ella, pero había (siempre hubo) un problema, no fue el hecho de que ella lo botó por otro en más de una ocasión, tampoco lo fue su vicio de andar persiguiendo experiencias nuevas, a costa de lo que fuera, tampoco lo era el hecho de que después de andar vagando de relación en relación, ahora que la chica sentía que la juventud se le escapaba rápidamente, quisiera regresar con él… o no, la verdadera razón (aunque las otras también pesaban) por la que él ya no quería verla ni tener relación alguna con ella era su maldita adicción a las drogas…

Pero ahora nada de eso importaba, luego de que él la rechazara, gritándole en medio de aquél centro comercial que dejara de acosarlo, que dejara de buscarlo, que lo dejara ser libre y hacer su vida, él había ido hasta la pequeña casita de la chica, y ahí habían podido, por fin, resolver todos sus problemas, ahora, nada se interponía entre ellos y la felicidad eterna…

Él fue paciente, intentó primero que ella reconociera que tenía un problema, y se ganó de esa forma sus primeros cuernos, ella le dijo que la dejara en paz y el chico obedeció, hasta aquella madrugada en que lo despertó una llamada de auxilio, la chica no sabía donde estaba, ni cómo había llegado ahí, ni mucho menos con quién estaba, pero si sabía que estaba aterrada y en medio del peor viaje de toda su vida, cual caballero andante, él fue a rescatarla, logró que la chica aceptara ir a rehabilitación, pero pocos meses después, ella se dio de alta sola, por unos cuantos días, el novio tuvo la vana ilusión (que siempre da el amor) de que ella ya estaba curada…

Ahora, los ojos de ambos no dejaban de mirarse, embebidos de amor, ella empezó a arrullarlo como solía hacerlo cuando dormían juntos, sonreía, y una felicidad inacabable inundaba su corazón, nunca pudo apartar los ojos de ese chico, él era su mundo, y ahora estarían juntos por siempre, la chica le dijo:

- Te amo y siempre te amaré… - y gozó hasta el llanto cuando escuchó la voz de su chico contestar:

- Yo también…

Ambos siguieron mirándose sonreír…

Con la segunda recaída, el chico le lanzó un ultimátum, y se ganó sus segundos y terceros cuernos, ella, convencida de que necesitaba libertad sin límites y que al lado de ese desabrido y aburrido muchacho no la encontraría jamás, optó por abandonarlo de nuevo y lanzarse a la aventura, cinco años pasaron de este modo, ella tropezó de relación en relación, de amante en amante, de droga en droga, de borrachera en borrachera… de vicio en vicio, hasta que una mañana se percató de su situación, la pequeña casita estaba ocupada por gente que ella ni conocía, todos los rincones estaban llenos de mugre y suciedad, la casa en general parecía abandonada y estaba llena de adictos, fue cuando se dio cuenta del horrible estado en que la había sumido su idea de libertad, fue cuando empezó a buscarlo, a pedir su ayuda, a pedirle perdón, a rogarle que le diera otro chance, que la ayudara a rehacer su vida, que no la dejara morir, porque sin ti, querido, voy a morir en menos de lo que te imaginas…

- ¡Deja de estarme fastidiando! ¡Estoy harto de ti, tuviste mil oportunidades y todas las echaste a la basura, estúpida! ¡Deja de acosarme! ¡Déjame hacer mi vida!...

- Pero mi amor, yo no puedo vivir sin ti…

- ¿Que no puedes vivir sin mí? ¿Cuántas veces me dijiste que no me necesitabas?, además, ¿Ya te viste en un espejo? ¿Ya te diste cuenta de la forma en que arruinaste todo lo bello que había en ti? – ella, al borde del llanto, dijo:

- Pe-pero…

- ¡No quiero escucharte decir nada más! ¡Desaparece! ¡Lárgate de mi vida! ¡Ahora soy yo quien quiere ser libre y no volver a verte nunca más! ¿Qué te parece eso?...

Ella sabía, sin embargo, que todo era un error, y quería enmendarlo, de modo que mandó a una de sus amigas a que lo convenciera de visitarla, luego de una semana de estar ahuyentando a sus amigos adictos, y arreglando la casa lo mejor que pudo, esperaba poder convencerlo de darle una última oportunidad…

Cuando el chico llegó hasta la casita donde había dormido tantas veces con ella entre sus brazos, de inmediato notó el abandono y la mugre que lo dominaba todo, se asombró de encontrar objetos que obviamente no pertenecían a la chica, abandonados como si sus dueños hubieran escapado de repente…

La casa estaba iluminada por velas, ella estaba de pie, con los brazos detrás de la espalda, parecía una niña dispuesta a escuchar un regaño de sus padres, él siempre le había dicho que cuando adoptaba esa postura parecía una linda chiquilla traviesa y juguetona, era la misma postura que adoptaba cuando quería pedirle un favor a alguien, o cuando quería que la perdonaran, fue la misma postura que adoptó cuando se conocieron, cuando ella derramó su café por accidente sobre el traje favorito del chico, durante años sintió un intenso cariño al evocar esa imagen, ahora, en medio de la mugre y debido al estado de la chica, la imagen le provocaba ciertas dosis de asco y vergüenza, algo había, sin embargo, en la amplia sonrisa de la chica…

Ahora los dos reposaban, ella seguía arrullándolo, todo estaba bien, ahora todo estaba bien, la chica lo miró a los ojos, habían platicado por horas, las velas se habían extinguido hacía mucho, pero ya todo estaba bien, lo miró a los ojos y dijo:

- Ahora sí podremos estar juntos por siempre…

- Así es mi amor, me di cuenta de lo mucho que me amas, y ahora podremos estar juntos por siempre…

Y una profunda sonrisa, repleta de amor y felicidad, cruzó el rostro de la chica...

...Y una profunda sonrisa, repleta de alucinada felicidad, cruzó el rostro de la chica, porque allí, en medio de la sala oscura y tenebrosa, rodeada de velas extinguidas, iluminada horrendamente por las luces de las patrullas, que, alertadas por los gritos, acaban de llegar al lugar, permanece sentada arrullando a su amado, un cuchillo descansa, manchado de sangre fresca y sangre seca, junto a su mano derecha, los policías que empiezan a entrar a la propiedad no pueden creer lo que ven, restos humanos por todas partes, los cuerpos de los “amigos” de la chica, que los asesinó cuando regresó de su último encuentro con su amado, en la cocina, con la cabeza destrozada y metida dentro de la estufa, yace el cuerpo de la amiga que había ido a buscar al chico, la había asesinado antes de que él llegara, estaba tan drogada que jamás se dio cuenta que había vivido rodeada de cadáveres en casa de su amiga durante una semana…

Los policías se acercaron con cautela a la sala, donde la chica, empapada en sangre, seguía sentada arrullando el cuerpo sin vida de quien había sido el más fiel de sus novios, el único hombre que de verdad la quiso, la única persona en este mundo que de verdad se preocupaba por ella, en cuanto él llegó la chica lo había degollado, arrullando su cadáver por horas y horas, ahora la luna iluminaba la aterradora escena, los policías escucharon claramente a la chica, que acabó sus días encerrada en un hospital psiquiátrico, mientras observaba arrobada los ojos muertos de su chico y repetía:

- Ya todo está bien… ya todo está bien ahora, amor… Te amo… ahora podremos estar juntos para siempre… juntos para siempre… por siempre…

viernes, 23 de mayo de 2014

Es solo un cuento......para dormir


 -Shelley, a donde vas? – preguntó su amiga con curiosidad, al ver a Shelley cambiándose de ropa.
-Tengo una cita. – contestó sin argumentar mucho.
-Lo conozco?- preguntó su amiga.
-No.
-No quieres decirme con quién vas a salir ésta noche?
-No.
-Por qué?
-Por que no.- contestó Shelley terminando de vestirse.
-Bueno, como no me quieres decir, espero que el chico sea muy amable y bueno contigo…- le dijo Jane con tono sarcastico.
-Gracias, Jane.- Dijo a medio sonreir por el comentario.
-Sabes, Shelley…- lo dijo casi sin pensar- ….nada, olvidalo.
-Que?- preguntó Shelley con curiosidad.
-No te gustaria oir un cuento…..te apuesto a que despues de oirlo no querrás irte.
-Tan bueno es?
-Puede ser.
-Bueno, es corto?
-Siempre mis cuentos son cortos.
-No quiero arruinar mi cita.
-Esta bien.
-Bueno, acomodate bien para empezar el cuento.
-Vamos , no te hagas la interesante.
-Hubiera sido mejor hacer cuentos para dormir, asi podrías tener pesadillas.

Shelley le tiró con una almohada, y las dos comenzaron a reír. Eran amigas de hace mucho tiempo. Compartían el mismo departamento.

-He aquí la leyenda….
-Leyenda, creí que era un cuento!!
-Si, pero tiene algo de verdad…lo que pasa es que se ha ido distorsionando de generación en generación. Bueno, dejame empezar…

“ Esta es una historia acerca de una hermosa chica llamada Lirio. Era tan hermosa que los hombres no podían resistirse a ella. Todos se enamoraban locamente de Lirio. Pero ella en su vanidad, no encontraba el hombre perfecto. Una noche, en una fiesta de sociedad, conoció a un joven extremadamente bello. Sus ojos eran azules, como el cielo, su piel parecía de nacar y tersa, su cabello lacio y negro lo hacía parecer como una criatura nocturna. Sus manos no lucian manos que hubiera tocado la tierra, su boca, bien delineada, rosa, se hacia desear con ansiedad. En fin era un hombre de ensueños. Lirio cayó en su mirada, pero aquel joven era mucho más vanidoso que ella.

Lirio, lo miraba sin delatarse. Paseaba por sus alrededores para que él deslizara sus ojos por su cuerpo. Aún así, el joven no hacía el menor indicio de interes. Lirio cansada, de tanto desdén, decide acercarse a otro joven, pero sin muchos encantos.

-Buenas noches, caballero… mi nombre es Lirio.
-Buenas noches, hermosa dama. Dejeme presentarme…mi nombre es Elizandro Hieno.
-Raro nombre para un…- se detuvo Lirio para no ser imprudente.
-Digalo, no hay nada de malo en aceptar que soy de clase pobre.
-Disculpe usted, no quise ser grosera, pero es un placer conocerle Sr. Hieno.
-Aunque usted no lo crea, en un tiempo mi familia poseía muchas tierras y estuvieron en muy buena posición. El nombre Hieno le debe haber recordado algo.
-Perdone, mi ignorancia…le puedo llamar Elizandro?
-Por supuesto.
-Para decir verdad, no creo recordar ese apellido.
-Bueno, lo que encontrará será incidentes desagradables. Mi padre perdió su fortuna, al serle infiel a mi madre. El escandalo acabó con ellos.
-Oh!! Lo siento mucho.
-No tiene por qué sentirlo, Lirio. Eso quedó en el pasado.
-Puede usted Don Elizandro Hieno, tomar mi brazo é invitarme a bailar?
-Con tan hermosa dama? Quién no lo ha hecho aún?

Lirio y Elizandro, bailaron hasta el amanecer. Ella encontró en él a un hombre hermoso de corazón, no perfecto, como ella buscaba, pero era tierno y muy amable. Aún con esas cualidades, Lirio seguía interesada en aquel joven, al que no supo su nombre esa noche. Solo quería ser envidiada si conseguía salir con ese joven.

Elizandro acompaño a Lirio a su casa, y se despidió como un cabellero. Lirio , subió a su cuarto a soñar con el joven de márfil que había visto en esa fiesta. Aunque sentía cierta atracción hacía Elizandro.

Lirio soño que era acompañada por el joven misterioso y que la hacia suya con solo mirarla. Durmió placidamente con ese pensamiento.

Semanas despues, Lirio fué a visitar a la dueña de la casa, donde había asistido a la fiesta. No pudo más con la curiosidad y le preguntó.

-Doña Rosario, digame una cosa, quién era aquel joven tan apuesto, que estaba en su fiesta aquella noche?
-Sabía que me ibas a preguntar. Ese joven, nadie lo conocía. Solo apareció aquí. Creo que su nombre era Francois D’Thorn.
-Francois D’Thorn? Un nombre francés?
-Así es, querida. Pero nadie tiene idea de quién era.
-Suena interesante.

Lirio, siguió intrigandose cada vez más en ese joven, llamado Francois D’Thorn. Era raro, por la mezcla que llevaba el nombre y su apellido. Estaba casi segura que había oido ese apellido en alguna parte. Lirio se despidió amablemente de Doña Rosario y salió de la inmensa casa. 

Paseo por los jardines de la mansión, antes de irse.Llegó hasta un pequeño banco alrededor de una fuente de agua. Y observó su rostro en ella. Pensó para sus adentros.

-“ Caramba, Lirio…la verdad es que eres una mujer hermosa”.
-Cierto, es bella la dama.

Lirio se asustó y miró en el reflejo del agua un rostro familiar. Al voltearse, se encontró con el joven deseado.

-Buenas tardes, tenga usted Lirio. – le dijo el joven tomado su mano y besandole con cuidado.

Lirio sonrió y miro su cara en plena luz del dia. Era un joven perfecto y hermoso.

-Buenas tardes , tenga usted Sr….?
-Francois D’Thorn, para servirle.
-Encantada Sr. D’Thorn.
-El placer es mio.Me gustaria dar un paseo con usted , si me lo permite.
-Seria una agradable compañia, de eso no hay duda.

Francois tomó por el brazo a Lirio, terminando el paseo que ella habia comenzado. Hablaron de tantas cosas , que Lirio le parecieron fascinantes todas las historias de amor , de guerra, de locura, de todo lo que le contaba Francois. Luego de estar interminables horas juntos, él le acompaño al auto.

-Me ha parecido muy interesante su compañia Sr. D’Thorn. Espero que pueda volver a repetirse.
-Será un honor para mí, si usted me permite.
-Mañana en la noche habrá una fiesta en casa de los Jason. Me encantaría ir a ella, con su compañia.
-Delo por hecho. Mañana la recogeré a las siete en punto.
-Pero aún no le he dicho donde vivo.
-No hace falta Madame. 

Lirio sonrió, sin prestarle atención a la expresión de Francois. Solo pensaba en que las otras mujeres la envidiarian a matar, por estar allí con él.

Entró en su casa, y se delizó en pesamientos sutiles y apasionados con Francois. Solo la llamada de su ama de llaves la sacó de sus pensamientos.

-La joven soñadora, parece que encontró al hombre perfecto? No es así, mi querida?
-Si. Así es Lorna. Es perfecto.
-Que pena mi protectora se haya fijado en una perfección sin corazon. El joven Elizandro ha estado toda la tarde esperandola, para llevarla de paseo.
-Lorna, Elizandro es un joven encantador, pero no me merece. 
-La belleza, se acabará algún dia. Y solo el corazón podrá reemplazarla.
-No digas boberias, Lorna. Francois, es como un dios griego.Y es tan fascinante.
-Solo le digo que tenga cuidado. Nadie sabe de donde salió ese señor. Y ese apellido me recuerda algo, aunque no tengo claridad en mi memoria.
-No seas asi, Lorna. Imaginate que me proponga matrimonio. Sabes cuantas mujeres se moriran de envidia?
-No, mi señora. Pero no creo que ninguna quiera tener su suerte.
-No sabes de lo que estas hablando. Mejor me voy a dormir, por que mañana habrá una fiesta y Francois se me vendrá a buscar.

Lirio, dejo al ama de llaves con las palabras en la boca. Subió a su recámara y se tiró en la cama. Dejo su imaginación correr más allá de los limites.


Lorna, la siguió con la mirada al subir las escaleras, pensando en el pobre de Elizandro que tenía un corazón noble y estaba empezando a enamorarse de Lirio. A veces ella resultaba ser tan cruel.

Al despertar al otro dia, Lirio bajó muy animada y llena de ansiedad. Quería ir a pueblo a comprarse el mejor vestido para lucir esa noche. Al bajar las escaleras se encontró con Elizandro.

-Elizandro!! Que haces aqui?
-Me preguntaba, si querias ir a pasear conmigo esta hermosa tarde.
-Es que no puedo Elizandro, tengo que ir hacer algunas compras.
-Te puedo acompañar?
-No. No creo Elizandro. Ya tengo una amiga que me acompañará.
-Te podría ayudar a traer…
-No, gracias. Tengo que irme. Luego te veo.

Lirio tomó su abrigo y salio, sin mirar a Elizandro ni por un segundo. El pobre, se le llenaron los ojos de lágrimas que luchaban por salir. A Lorna le partió el alma verlo, y lo obligó a sentarse a tomar una limonada.

-Qué he hecho, para merecer esto? La traté mal en alguna forma?
-No, joven Elizandro. Solo que ha puesto sus ojos en alguien que no lo merece, siendo hermosa como ella es, y vanidosa , no merece a nadie.
-Pero entonces, por qué se acercó a mi la noche de la fiesta?
-Hay preguntas que es mejor no saber la contestación, joven. Solo le puedo aconsejar que se aleje de ella sin no quiere sufrir hasta enloquecer.

El joven Elizandro se hechó a llorar en la falda de Lorna. Se desahogó lo más que pudo para poder salir con el rostro levantado. Lorna le acariciaba su cabello como a un niño. Y lo bendijo. Elizandro salió por la puerta, para no volver jamás.

Lirio llegó llena de paquetes de ropa, sombreros, pendientes, y todo lo que pudo comprar. Miró a Lorna llena de júbilo por que iba a ser su gran noche. Lorna solo pudo contestar su saludo y desviar la mirada al otro lado.

-A ti que te pasa? No me digas que sientes lástima por ese chico? Ya verás, cuando Francois llegue, para que me des la razón.
-No mi niña. La razón me la dará el tiempo. Las apariencias suelen engañar. Y lo que posiblemente parezca bueno, en el fondo nunca lo es.
-Lorna, siempre te ha gustado quitarme la felicidad, pero esta vez…encontré a mi hombre perfecto.
-Si usted lo dice.

Lirio le dió un beso en la mejilla y salió corriendo escalera arriba. Ya se hacía tarde, y Francois estaba por llegar.
Puntualmente, Francois D’Thorn, llegó a las siete. Tocó la gran puerta de la casa. Lorna apareció para recibirlo sin mucho entusiasmo.

-Buenas noche, Lorna.
-Buenas……como supo mi nombre?
-La Srta. Lirio estuvo hablando muy bien de usted.

Lorna le dió una mirada penetrante y escrutadora.

-Pase usted y pongase comodo. La Srta. Lirio no tardará en bajar. Desea algo de tomar?
-No, estoy muy bien. Gracias Lorna.

Algo en aquel joven, ponía nerviosa a Lorna. Es acaso que Lirio estaba tan envuelta en su fantasia que no lo notaba? Ese Francois, era petulante, engañoso, y su mirada era espeluznante. Su pelo negro lo hacía mas intimidante todavía. 

Francois, notaba las miradas insultantes de Lorna, y las mismas lo divertian.

-Lorna, no suelo ser tan despreciable como usted piensa. 
-No he pensado nada, señor.
-Oh, si que lo ha hecho. Desde que entré usted solo me ha estado examinando. Pero le diré un secreto. Las personas que verdaderamente me han conocido, no estan en éste pueblo para contarlo.

Lorna, le subió un escalofrio al escuchar eso tan cerca de su rostro. Algo no le había gustado en el tono que Francois usó. Gracias a que Lirio bajo en ese momento, Lorna pudo escaparse a la cocina.

-Lorna, me voy!! No me vas despedir??
-Dios la cuide y la proteja, que lo va ha necesitar.

Lirio, se quedo unos segundo pensando en lo que le dijo Lorna desde la cocina. Se encojió de hombros y pensó que eran cosas de gente mayor.

-Nos vamos, Sr. Francois D’Thorn?
-Con usted, hasta el fin del tiempo.

Se rieron como dos niños complacidos. El la ayudo a subir al auto y se fueron a la fiesta. Al llegar a la casa de los Jason, la música se detuvo. Los invitados miraron a Lirio, que sonreia complacida por el impacto de su presencia. Saludo vanidosamente a todos y luego salió al balcón.

Francois se acercó a ella y le acarició el cuello. Lirio se dejo llevar por la sensación abrazadora de la pasión. Al mirar por encima de Lirio, Francois vió a un joven entre los arbustos espiandolos. No alertó a Lirio para que no se asustara. Solo cuando Elizandro se dió cuenta de que Francois lo había sorprendido observando, se escondió y dió rienda suelta al llanto y a la desesperación, se fue deslizando entre la arboleda y corrió para hacer desaparecer su angustia. Al ver al joven salir corriendo, Francois se separó de Lirio.

-Querida, vengo en un instante. Creo que se me olvido algo en el auto.
-Aqui, te espero.

Francois salió de la fiesta sin que nadie lo percibiera.

En el camino, seguía corriendo Elizandro sin poder contener las lágrimas que derramaba su corazón. Se detuvo al ver una silueta bloquear el camino.

-Quién está ahi? 
-No me reconoces?
-Quién eres??
-Me estuvistes observando hace un rato. Ya no recuerdas?
-Dios mio!...........Ten piedad de mi alma!

Lirio, vió su reloj y se dió cuenta de que Francois no había regresado. Tardaba más de lo que le había dicho. Así que salió a buscarlo, tal vez la estaba esperando en los jardines de la casa.

La joven se alejó demasiado de la casa. Se encontraba en una arboleda muy densa y no encontraba el camino de vuelta. Tratando de adivinar el regreso, escuchó unos sonidos extraños, como de un animal. Pensó con horror si se encontraba algún animal salvaje o un lobo y no tendría ayuda para salvarse. Fué despació y sin hacer ruido abriendo la maleza y adentrandose para saciar la curiosidad de lo que escuchaba. Entre los arbustos pudo ver un hombre o algo parecido a un hombre estar en cuclillas encima de algo. Las nubes se esparcieron dejando la claridad de la luna hacer su entrada, dando de lleno en la figura que estaba allí. Lirio enmudeció de terror al ver que era una especie de demonio devorando a otra persona. Y más aún se horrorizó cuando la luz se posó en la cara del espectro dejando ver su pelo negro y sus ojos azules, su cara que ya no era de márfil sino de espanto, y sus manos que se habían tranformado en garras, sacudiendo al joven Elizandro para sacar la entrañas de su cuerpo y saciando su hambre infernal.

Lirio salió como pudo, haciendo el menor ruido posible y corrió como una loca hacia la casa de los Jason. Llegó hasta la puerta y tocó deseperada mirando hacía atras constantemente, para ver si Francois no la seguía. La Sra. Jason abrió la puerta saltando de susto, la dejo pasar y le brindaron algo para tomar.

-Lirio, pero que le ha pasado?
-Dios mio, Francois….Francois…es un demonio!!
-Quién , querida? – le preguntó la Sra. Jason.
-Francois D’Thorn!! Mi acompañante!!
-Querida, has bebido algo esta noche?? Tu llegastes sola, querida….y hablaste sola toda la noche…todos los invitados lo estaban comentando. De hecho hasta se sintieron mejor cuando salistes.
-Que llegué sola? Pero el joven que me acompañaba? No lo vieron???
-No querida…estabas sola y bailando sola.Lo siento. Estas segura que estas bien. Ademas, Lirio, el Sr. Francois D’Thorn desapareció en el 1910 y nunca lo volvieron a ver, dejando una fortuna sin herederos. Su parientes lejanos se fueron asesinando uno a otros para apoderarse de las riquezas que poseia el Sr. D’Thorn. Eso es lo que dicen en los libros de historia de nuestro pueblo. Es que nunca has oido esa historia?
-N-n-no.

Lirio no se pudo recuperar de saber que se había citado con un engendro del infierno y había despreciado a la única persona perfecta de alma y corazón.”

-Lo que Lirio no sabía era que Elizandro era el único heredero de la fortuna de los D’Thorn, ya que su abuela y esposa del Sr. Francois D’Thorn, había huido embarazada de la madre de Elizandro.
-Por Dios Jane, como es que te inventas esos cuentos? – le dijo Shelley con un poco de miedo, pero disimulandolo,
-No es un cuento Shelley. Eso pasó aqui mismo en éste pueblo hace más de 90 años.
-No puede ser posible, pero en fin....tengo que irme.
-Bueno, pues que te diviertas mucho.

Shelley escuchó el llamado de un auto avisando que su cita había llegado. Tomó su bolso de mano y luego abrió la puerta de entrada. Un caballero muy elegante y asombrosamente hermoso estaba al frente de ella. Shelly sonrió. Pensó en lo interesante que iba a ser su cita a ciegas.

-Hola, soy Shelley. Mucho gusto. Espero no defraudarlo, y ser como usted esperaba que era.
-El gusto es mío Shelley.- El caballero tomó su mano y con respeto beso el dorso.- Espero que tampoco la haya defraudado.
-De ninguna manera.

El caballero la tomó del brazo y la llevó hasta un elegante auto, le abrió la puerta y la ayudo a sentarse. Dio la vuelta y se subió al auto. La miró con ojos extraños y maliciosos.

-Disculpe, pero no me dijo su nombre.- Le dijo Shelly con una sonrisa especial.
-Es cierto.......Mi nombre

La sonrisa de Shelley se borró de su rostro para dar paso a una expresión de horror. Su boca no pudo generar sonido alguno y sus ojos quedaron clavados en aquella cara increiblemente hermosa, donde estaban sus ojos tan claros como la luna y sus boca sedienta de alma, donde Shelley solo obtuvo un viaje sin regreso hacia el pasado.


CORTADLE LA CABEZA!

La plaza era una turba enajenada, sucia y vociferante, un mar embravecido por corrientes de odio. Y en su centro -como una isla de madera- se levantaba el cadalso. La guillotina ya estaba lista para la siguiente ejecución.
-¡CORTADLE LA CABEZA! ¡CORTADLE LA CABEZA! –se escuchaba como un eco que iba y venía, entre otros de inhumana ferocidad.
La muchedumbre apenas se abría para dar paso al carro tirado por caballos que se adentraba en la plaza. Con las manos atadas a la espalda y recostado en un lateral, el noble mantenía su mirada en la distancia, indiferente a la ventisca de insultos, frutas y huevos podridos que arreciaba sobre él. Los guardianes empujaban con sus lanzas a los exaltados que se acercaban al carro para escupirle en la cara, aunque muchos lo conseguían. Vio en lo alto al verdugo limpiarse las manos con un trapo, como un carnicero. Tenía el honor de ser el último ejecutado en este día de terror. Por el suplicio ya habían pasado sus cortesanos, sus amigos, sus familiares…a lo largo de las horas previas.
Le habían obligado a contemplarlo todo.
Lentamente, fue conducido por las escaleras hasta la plataforma de la guillotina. Aquello era un lodazal de sangre y el hedor le produjo arcadas que apenas pudo contener. Desvió la vista del montón de cuerpos amontonados a un lado, donde pronto caería el suyo. La sucia hoja de acero le pareció suspendida a increíble altura. Desde la lejanía se le había antojado más baja.
La negra capucha del verdugo le preguntó:
-¿Últimas palabras?
El noble negó con un fugaz movimiento de cabeza; entonces fue cuando el experimentado verdugo le recostó -sin la menor ceremonia- sobre el tablón, para pasar a ajustar las piezas de la máquina que aprisionaron su cuello. Cerró los ojos y el griterío inundó sus oídos. Su oscuridad.
Una atmósfera de silencio expectante crecía acallando toda voz por encima del rumor. Quedaban segundos, lo sabía. Imaginaba al corpulento verdugo dirigiendo sus ojos invisibles a la masa, a un lado y luego hacia el otro, esperando el respeto de la mínima dignidad para el condenado y su muerte. El fin había llegado.
Captó el segundo justo. Un crujido en la madera al accionar el mando. Una vibración grave y…
Un clamor de júbilo reventó la plaza.
La cabeza había caído en el cesto ensangrentado, junto a las demás.
Hombres, mujeres y niños mostraban su obscena alegría. Había sido un día grande para ellos y, ahora que todo había acabado, se resistían a abandonar el lugar. Durante horas celebraron la muerte y las futuras muertes que estaban por llegar. De repente, entre la algarabía general, se alzó un coro de gritos aterrorizados que, desde la zona más próxima al cadalso, cruzó la plaza como un cuchillo.
El bullicio cesó, y la atención se dirigió hacia el arco de plebe temblorosa que se iba formando en torno a la guillotina. Por el borde del cesto de cabezas habían surgido tres descomunales patas de tarántula. Otras dos salieron para agarrarse por el otro extremo; la gente retrocedió chillando y la masa se desplazó como un campo de trigo azotado por el viento. Poco a poco, la cabeza sangrienta del noble emergió, erguida sobre aquellas patas que nacían en su cuello seccionado.
El terror convulsionó a los presentes de mil maneras, iniciando oleadas de pánico. Muchos corrieron desencajados, implorando al dios misericordioso, otros cayeron desmayados para ser pisoteados por los que huían, mientras algunos quedaron paralizados, movidos sólo por los empujones, observando lívidos como la cabeza descendía sobre la plataforma con un balanceo espasmódico en su cara.
-Os espero abajo... –dijo entre espumajos sanguinolentos; su voz era un fuelle rasgado-...todos tenéis vuestro sitio abajo...TODOS...
El caos inundó la plaza, un pozo de locura.
Nadie recogió aquella cabeza de sonrisa grotesca.
Y sus ocho patas de tarántula.

La bestia en la autopista.

El televisor encendido irradiaba sus señales las cuales tomaban forma en aquella pequeña pantalla de 14 pulgadas. Esas imágenes estaban a punto de revelar un hecho increible ocurrido la noche anterior, y que iba a horrorizar a todos los testigos congregados en ese lugar, y tambien a quienes en la distancia pudieran verlo. Al mismo tiempo, esas mismas imágenes iban a producir recuerdos terribles en otras personas, lejos de alli en ese momento, pero que sin duda alguna reconocian en ese paisaje de cielo limpio, el marco inadecuado de la mas terrible noche de sus vidas.
Aquel hogar estaba cargado de modestia y austeridad en cada metro cuadrado de su interior. Los escasos muebles sin duda presentaban mas de una reparacion, pero aun se mantenian firmes sobre sus patas de madera. Los adornos o accesorios, como floreros, portarretratos o lamparas, se mostraban aislados, y cubiertos de colores opacos, pudiendo pasar inadvertidos delante de los muros azulados que rodeaban la habitación. Una puerta de madera se erguia sobre el extremo derecho, y se mantenia entreabierta, permitiendo ver el interior, o mejor dicho apenas vislumbrarlo: era una habitación conyugal, cuya cama de dos plazas se encontraba tendida con sumo cuidado, mientras que en el piso, unas pantuflas negras se alineaban juntas una a la otra, mostrando apenas las puntas, en una disposición que parecia ser sagrada para quien viviese alli.
Los habitantes de esta vivienda eran una pareja de ancianos, cuya presencia aquella mañana tenia un aspecto agobiado, y una expresión en cada rostro que bien podria haber sido dibujada por la tristeza y el cansancio. Sus nombres eran Emilio y Jacinta, y conformaban un matrimonio de mas de cuarenta años. Formaron una familia muy conservadora. Su unico hijo llamado Alberto, cuya edad actual era de treinta años, tenia grabada en su conducta las prudentes normas de vida que sus padres le inculcaron desde pequeño. Con ellas alcanzó la adultez y asimismo el éxito profesional en el rubro de ventas farmaceuticas, impulsado ademas por su talento en los negocios y por su elogioso esfuerzo diario.
Todo el cuidado y preocupacion de ambos ancianos habia dado sus frutos. Su hijo era uno de los mas respetados ejecutivos en su rama, y ellos eran practicamente los vecinos notables de aquel pequeño poblado montañoso. Esta distinción les habia impedido salir de aquel ambiente rural, pues era su tierra, su hogar, alli habian concebido al pequeño Alberto, habian crecido tanto él como ellos en el negocio maderero y dentro de la comunidad, siendo muy queridos y respetados por todos los demas.
Desgraciadamente, el mundo mas alla de aquellos paisajes resultó mas peligroso y corruptor de lo que imaginaron.
Y todo se debió a una sola persona
Fue esa mujer la causante de todo...
Un verdadero demonio...
Una bestia ...que merecia morir
Los sonidos y la imagen que la televisión se empeñaba en mostrar, adquirieron importancia en medio del silencio que reinaba en el resto de la habitacion. El mundo quedó reducido a un cuadro de dos dimensiones, en el cual podia verse un panorama rural y sencillo, pero a la vez cubierto por una extraña sensación que parecia flotar en el ambiente. Una carretera se encontraba bloqueada por vehículos patrulleros y en especial por dos unidades de bomberos. Los uniformes rojos se movian a toda prisa, de un lado a otro, los cascos relucian bajo los rayos del sol en aquella mañana de primavera. Luego, un primer plano en la pantalla permitió ver a un sujeto vestido de saco y corbata, en actitud controlada, mientras narraba lo que acontecia a su alrededor. Algunas palabras como “accidente”, “automóvil abandonado” y “sangre derramada” se desprendieron de sus labios, sin que por ello su rostro cambie de expresión, ni su mirada deje de quedar fija en el objetivo que tenia enfrente. Luego, aquel encuadre empezó a desplazarse, dirigiendose hacia lo que lejanamente podia verse era un vehículo volkswagen, volcado fuera del camino, semihundido en la zona forestal que se encontraba al costado de la carretera. Llegados y puesta la camara delante de aquel armatoste, se mostraba que la parte delantera del automovil se encontraba hecha pedazos; el asiento del chofer estaba aplastado contra los fierros del tablero, completamente cubierto de sangre, según confirmó el elegante narrador de lo acontecido. Era claro para los presentes que el vehículo habia impactado con algo, y tras perder el control terminó su embestida en este punto del camino. Sin embargo, un hecho extraño en esta situación era que no habia señal alguna del conductor, quedando todo como si se hubiese volatilizado del lugar.
La frase “En vivo” se mostraba en letras blancas y a buen tamaño en la esquina superior derecha de la pantalla, ademas de una serie de logotipos que se ubicaban en los demas extremos. Repentinamente en medio de aquel escenario apareció el rostro de un policia, el oficial a cargo de investigar el hecho. Usaba lentes oscuros, un sombrero, bigote recortado, y en su rostro se distinguian una par de cachetes redondos. Su presencia denotaba alguna agitación, pues se encontraba recorriendo el lugar durante un buen rato. Tras declarar algo poco entendible debido al sonido ambiental, el cual se hacia cada vez mas fuerte, aquel oficial mostró interes en que la camara lo siga, encaminandose a toda prisa varios metros hacia el costado izquierdo de la pista. A continuación, la imagen empezó a moverse en forma convulsiva, compartiendo la agitación de todos aquellos que de igual modo eran captados en singular carrera, corriendo al lado del policia regordete, produciendo esa extraña sensación de encontrarnos al lado de ellos, mientras que el panorama que tenemos delante se nos presenta agobiante y a la vez incierto.
De repente, el camino recorrido a marcha veloz permitió a la camara registrar algunas grandes manchas de color rojo oscuro, esparcidas sobre el asfalto de la carretera y que parecian brillar con mas intensidad bajo los calidos rayos del sol. Eran señales inconfundibles de profunda violencia manifestada en aquel lugar, teniendo a los arboles y a la maleza rodeando aquello, por lo que podria pensarse que aquel paisaje natural habia quedado impregnado de una huella de maldad que flotaba en el ambiente.
Mas adelante, empezó a notarse un pequeño tumulto de personas al costado de la pista. Unos hombres formaban un irregular circulo alrededor de algo, cubierto aun del alcance visual, por lo que el sujeto de saco y corbata hizo señas a la camara, haciendo que el encuadre se esfuerce en acercarse lo suficiente. Algunas miradas que se encontraban ocultas del luminoso sol bajo sus sombreros se volvieron hacia el lente, y lo que reflejaron con suficiente nitidez fue un profundo miedo y un total desconcierto; un temor que aguijoneaba en el rostro macizo de estos hombres de campo, en forma notoria atravesando aun a aquellos que portaban gafas, lo cual determinó un primer plano completamente perturbador.
La voz del oficial se dejó oir mas claramente, pero relatando en forma torpe algo que tenia que ver con aquello que yacia sobre el asfalto. Algo que permanecia mortalmente quieto, pero cuya presencia no dejaba de ser escalofriante. La imagen del monitor empezó a rodear aquello que resultaba ser un cuerpo, permitiendo apreciar una masa cubierta de pelaje negro, brillante, e impregnado en varias partes de sangre seca, según podia distinguirse, adherida a lo que, claramente, era el lomo de un animal inmenso. Se encontraba de espaldas, pero tras llevar la imagen por encima de aquella masa pudo notarse nitidamente un craneo gigantesco cubierto de gruesos pelos, como puas hechas de alambre, unido a una mandibula de proporciones monstruosas que se encontraba entreabierta, y mostraba los colmillos, feroces como cuchillas de una maquinaria, cubiertos de sangre y saliva, que incitaban a pensar en un olor fetido que escapaba a traves de la pantalla, y a la vez que una lengua viscosa y descomunal quedaba libre y caida sobre la fria piedra del suelo. La mirada animal, de pupila negra y de forma casi vertical, puesta sobre una orbita amarillenta, estaba fija en el cielo azul, como si se elevara por encima del cielo en forma desafiante, lanzando una maldicion a todo aquel que fuese testigo de su infortunio. Era una mirada poderosa e implacable como la muerte, la misma muerte que la envolvia. El lomo estaba bañado en sangre espesa y dura a esas horas de la mañana, el piso bajo aquella montaña era una laguna roja y hedionda, sin forma definida, que ya no se expandia a ningun lado, pero que impresionaba como parte de aquel escenario malsano...
Continuara!

Entrevista con la muerte.

La oportunidad que todo periodista quisiera tener: Una entrevista… ¡con La Muerte! 
Hacía por lo menos media hora que ambos conversaban ávidamente. El periodista —uno del cual todo el mundo se mofaba, debo decir— no paraba de interrogar a su visita —un sombrío personaje— quien había golpeado las puertas de su casa pasada la medianoche en razón de solicitarle una entrevista. Ante la impresión que le causo tan enigmática figura, le hizo pasar, le invitó a sentarse en la sala y comenzó a lanzarle todo tipo de preguntas antes de darle siquiera tiempo a que se sentara en el sofá —¡no podía esperar!—. La Muerte había golpeado a su puerta y él se imaginó a sí mismo recibiendo un Pulitzer ante la exclusiva —ni los colegas ni lectores del periódico para el cual trabajaba volverían a burlarse de él.
La conversación que se pudo rescatar fue la siguiente —el final de ella, en realidad:
—Y, dígame, ¿cuál es su verdadero nombre?
—Muerte.
—No, no, en serio. El que le pusieron sus padres. ¿Tiene padres, verdad? ¿Todavía viven?…
—El único nombre que tengo es ese —le contestó sin esperar a que terminara la pregunta—. Desconozco de dónde provengo. Sé que he estado por aquí desde mucho antes que ustedes, pero no puedo determinar con seguridad si nací o soy eterno, si tengo padres o si provengo de la nada.
—… bien, bien. Pasemos a otro tema. ¿Alguna afición? ¿Un hobby? ¿Qué le gusta hacer en su tiempo libre?
—No existe tiempo libre en mi oficio. Y no puedo decir que lo que hago sea de mi agrado o no. No tengo sentimientos al respecto. Existo para los demás, no para complacerme a mí mismo.
—Eh, de acuerdo. Por ese camino no vamos a ningún lado. ¿Qué se le dio por concederme esta entrevista?
—El tiempo me ha hecho curioso. Existe un impulso en mi interior que me lleva a conocer a las personas e interactuar ocasionalmente con ellas.
—O sea, ¿le gusta observar a la gente?
—Podría decirse.
—En fin, ¿si tiene un pasatiempos, entonces? ¿Lo podríamos llamar así?
—Probablemente.
—¡Ahora sí nos estamos entendiendo y conociendo! ¡Volvamos al asunto, pues! ¿Cómo me conoció?
—Por los periódicos, por supuesto.
—¡Hombre! ¡Que poco expresivo es usted! ¡Cuénteme más! ¿Qué lo trajo hasta aquí (hasta mi casa)?
—La curiosidad. Es mi motor.
—¿Y qué pensaba encontrar?
—Sólo a usted.
—Pero, ¿qué es lo que ve? ¿Por qué yo?
—Esa es la pregunta que todos me hacen: “por qué yo”.
—¿Y usted qué les contesta?
—Primero los miro fijamente; como, ahora, lo hago con usted.
—¿Y luego?
—Después, trato de averiguar a qué se refieren. Nunca lo sé. Mi curiosidad no se ha visto satisfecha por el momento.
—¡Cuente más, cuente más que esto se está poniendo interesante!
—Nunca sé que contestarles. Además, ellos ya deberían saber por qué estoy allí. Soy La Muerte. Sólo eso. No tengo preguntas que responder. No las que ellos exigen.
—¿Y qué sucede cuando usted se los hace saber?
—Me devuelven la mirada y se quedan esperando, igual, una respuesta.
—¿Y usted que cree que deberían hacer? ¿Qué es lo que espera de ellos?
—Que se queden quietos. Para poder hacer rodar más fácilmente sus cabezas.
—¿Quietos cómo? ¿Así? —preguntó, por último, el periodista, al tiempo que se ponía de pie, adoptando una posición como de estatua, y estiraba lo más que podía el cuello.
—¡Exacto! ¡Así! ¡Justo así! —Le respondió La Muerte a su interlocutor. Y mientras lo decía, y sin moverse del sofá, blandió su hoz, ¡y le cortó la cabeza!

La Tormenta.

Adentro, El Hombre se encontraba nuevamente junto a la ventana, al abrigo de las pocas llamas que todavía quedaban en el hogar al cual ya no alimentaba, escuchando atentamente el incesante soplido, buscando en los sonidos que llegaban a su morada, esperando.
A lo lejos, nuevamente el murmullo del viento traía consigo los vestigios de aquellos aullidos que le atormentaban y que poco a poco, lentamente, consumían su alma.
Afuera, La Criatura, olfateaba, buscaba, y siempre se acercaba más y más. Sin temor, sin miedo, sólo instinto.
- Maldita tormenta. Pensó.
- Sí no hubiéramos encallado hace seis meses. No sé cómo puede durar tanto este viento.
El Hombre, mascullaba, temía, pensaba, quizá su fin estaba cerca. Sus amigos, compañeros, no habían podido sobrevivir.
- Es astuta, muy astuta. Primero eliminó a los más débiles, Scott, se había fracturado la pierna y no podía caminar. Luego David, fue su miopía. Y así el resto.
- Ahora me quiere a mí. Acabó con las reservas y después me alejó de la base. Estoy empezando a sentir la fatiga a causa del hambre, aunque todavía tengo suficiente líquido. Debo guardar fuerzas hasta el último momento.
La mente del Hombre trabajaba constantemente, calculando, resolviendo el problema. Mientras, afuera, La Criatura se acercaba, cada vez más y más.
Ahora, el Hombre, podía escuchar sus latidos, olerla, como ella lo olía a él, poco a poco también fue capaz de ver dentro de ella, su mente, sus pensamientos.
- No, no lo lograrás, voy a terminar contigo de una vez, nunca vas a tenerme. Nunca.
Entonces, La Criatura derribó con sus uñas la puerta de madera, la que se quebró indefensa ante su fuerza, brutal, desmedida.
Sin compasión atizó su enorme mano sobre El Hombre, y éste retrocedió, sangrando, pero aún con vida.
La Criatura, desconcertada, avanzó por segunda vez y desplegó sus afiladas garras sobre El Hombre.
El disparo retumbó en medio del bosque, en medio de la tormenta. La Criatura cayó, derribada cuan larga era sobre el piso de madera, sin hacer demasiado ruido. Estaba muerta.
Se acercó, pues, y temeroso, aún, comenzó a auscultarla. Debía de medir no menos de dos metros y medio de altura, su pelaje era más bien oscuro, como de lobo, y los dientes, jamás habría concebido la idea de esos dientes, largos y extremadamente afilados, al igual que aquellas uñas. No podía ver bien su color, el fuego comenzaba a apagarse, marrón o quizá algo negro, no lo sabía con certeza. Eso sí, el temor volvió a su cuerpo luego de que se acercara a su rostro y contemplarlo fijamente. Esos ojos, rojos como el fuego que se debilitaba dejaban ver aún una mezcla de maldad e ira incalculable, inmensa. Jamás olvidaría ese rostro. Espantoso, como la tormenta que soplaba afuera, adentro, en todas partes.
Y de pronto recordó, la puerta estaba rota, la puerta.
Las otras Criaturas se alzaron silenciosamente a su espalda y se disputaron el cuerpo sin vida, como chacales o hienas, desmembrándolo, poco a poco, hasta que sólo quedó un charco de sangre y huesos bañados de rojo, como el fuego que se extinguía.
Cuando acabó el festín, las Criaturas giraron al unísono sus cabezas y penetraron en los ojos del Hombre, pero este ya había cargado el arma y la descargó una y otra vez sobre ellas.
Los disparos retumbaron nuevamente en medio del bosque, pero la tormenta ya se había ido, quien sabe cuando.
El viento cesó, el silencio inundó el cuarto y el Hombre partió hacia fuera, no se detendría hasta alcanzar la nave que le había llevado a ese lugar de desolación y crueldad insospechada. La nave estaba reparada hacia meses, pero no podían partir hasta que el viento, la tormenta, acabara.
No se detuvo, no sabía lo que el fin de la tormenta depositaría en el camino, la senda que le regresaría nuevamente a su casa, su familia, la seguridad de los suyos.
Avanzo, y avanzó, corriendo, hacia la libertad, la nave.
A lo lejos, alcanzó a vislumbrar la cúpula transparente. Habían pasado horas, minutos, segundos, no podía establecerlo exactamente. Ningún peligro se había presentado en su carrera.
Faltaban metros, centímetros, milímetros para alcanzar la puerta; y entonces, lo sintió sobre su cabeza, sus ojos, sus manos descubiertas: el frío. Los copos de nieve empezaban a caer nuevamente, otra vez la tormenta; y antes de que alcanzara a abrirla, el viento se cernió con furia sobre él, impidiendo que escapara, que huyera. Y con la nieve y el viento y la tormenta: otra Criatura.
Cargo su arma y esperó. El fin del Hombre, o de La Criatura estaban cerca.